Funcionarias de la Oficina de la Discapacidad de la Municipalidad de Quillota adquirieron protectores transparentes para propiciar la lectura de labios
Una destacable iniciativa impulsaron funcionarias de la Oficina de la Discapacidad y el centro de rehabilitación Kimche Infantil de la Municipalidad de Quillota, quienes adquirieron «mascarillas inclusivas» con sus recursos propios, para atender de mejor manera a las personas que presentan sordera o algún grado de discapacidad auditiva, que implique que deban leer los labios o usar expresiones faciales para poder comunicarse.
Debido a la crisis sanitaria actual, las mascarillas se han convertido en un accesorio de uso diario y al parecer, nos acompañarán por un buen tiempo. Por ello, la trabajadora social Gabriela Barrientos Bórquez y la kinesióloga Gabriela Turra Ávila impulsaron esta buena práctica inclusiva, que reduce la barrera de la comunicación que existe actualmente, adaptándose a las necesidades de las personas en situación de discapacidad y al mismo tiempo, son un elemento de protección válido, a partir de las exigencias del Ministerio de Salud, para utilizarse cotidianamente.
Gabriela Turra Ávila, encargada del Kimche Infantil, explicó que como oficina nos «quisimos adaptar a las necesidades de nuestros usuarios en nuestro trabajo. Por eso habilitamos la posibilidad de pedir unas mascarillas en Santiago, ya que todavía no llegaban a Quillota. Son transparentes, no se empañan y son mucho más fáciles de trabajar con las personas, principalmente sordas. Nosotros, cuando trabajamos desde acá y atendemos al público, lo hacemos de la mejor manera posible y con recursos propios. Creemos que es una iniciativa inclusiva, que a lo mejor se pueda repetir y replicar en otras oficinas».
Cabe destacar que las «mascarillas inclusivas» son las mismas que se utilizan en la televisión. Están fabricadas de material acrílico, son transparentes y de alta resistencia. No se empañan, ya que su tecnología permite eliminar rápidamente el vapor de la boca, facilitando una mejor comunicación con las personas en situación de discapacidad, a diferencia de las otras hechas de género o desechables, que cubren gran parte de la cara e impiden mostrar las expresiones faciales o el movimiento de los labios.