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HISTORIA

La ciudad de Quillota es un valle enclavado en la medianía de la cordillera de la costa y el mar. Su geografía es parte fundamental de su historia, la nativa relación hombre – medio demuestra la presencia de antepasados Batos, Llolleo y fundamentalmente Aconcaguas, no solo en elaboraciones materiales de cerámicas y objetos de uso religiosos o domésticos, sino que la toponimia radica en los nombres del Mayaca, Boco, Rautén y Pocochay, entre otros sectores de la ciudad.

Del entorno natural y de la descripción sobre estos hijos del sol y cultivadores de la tierra, corresponden las primeras anotaciones de los cronistas españoles que arribaron a estas tierras en el siglo XVI y XVII. Los cuales informaron sobre la llegada del primer español a Quillota (Pedro Calvo y Barrientos), las propiedades del clima, el generoso río Aconcagua, la práctica agrícola del cáñamo y el labrado de las minas.

Ya para el siglo XVIII acciones del gobernador José de Santiago Concha y las gestiones del obispo Francisco Romero Gutiérrez fueron claves para un proceso que culminó con la fundación de la Villa de San Martín de la Concha en 1717, y que en 1822 el Director Supremo Bernardo O´Higgins Riquelme le otorgara el título de ciudad de San Martín de Quillota. En esa transición la ciudad ha sido relevante desde el punto de vista administrativo. Primero como Corregimiento, luego como cabeza de Partido y finalmente como capital de Provincia.

El 2017 Quillota celebró su tricentenario, mostrando que aún es posible detectar la dimensión civil y otra de naturaleza religiosa en la distribución de los edificios, calles, plazas y población. De esta manera, al interior del trazado colonial se fue afinando una fisonomía en el paisaje urbano de la ciudad que ha cumplido la función de conservar el orden original del entorno arquitectónico por medio de la Plaza Mayor. Del mismo modo, permanecen  prácticas tradicionales de romerías y procesiones donde las calles adquieren la calidad de vía sacra al conformar circuitos que reafirman la presencia de órdenes religiosas  venidas del tiempo de la Colonia. Conservando gran parte de su arquitectura original y que fuera mudo testigo de hechos relevantes para la historia republicana de Chile.

Con estos antecedentes el valle y la ciudad de Quillota son dos elementos que median lo natural con lo cultural y que, en consecuencia, mirados desde el presente transitan por vientos de felicidad.